Imágen extraída de: http://kisatv.blogspot.com/2013/02/ruin-excellent-short-animation-1080p.html
Y de repente, paramos.
Y el mundo se ralentizó hasta quedarse inmóvil.
Dejamos de andar con prisa por las avenidas.
Dejamos de volar por nuestra moda de "¿si no viajas, qué te gusta hacer?" Y destruir el aire.
Dejamos de infectar los mares y los bosques.
Dejamos respirar a las ciudades sin atascos interminables.
Dejamos de contaminar el silencio con nuestro ruido egocéntrico y perpetuo.
Dejamos, por un momento, de pervertir la vida.
Devolvimos las plazas a las palomas, las calles a los gatos, los ríos a los peces, los mares a los delfines, los cielos a los pájaros, los bosques a las ardillas.
Dejamos, por un instante, de invadir el planeta, para recluirnos entre cuatro paredes de ladrillo y pintura, convertidas en la cárcel donde La Tierra nos encierra para cumplir nuestra infinita condena.
Poético sin duda. Nuestra desgracia resultando ser el resurgimiento del resto del planeta.
Por un instante, dejamos de mirarnos el ombligo, para darnos cuenta que somos tan o más minúsculos que un virus en la inmensidad del universo.
Y todo esto pasará algún día, pero mientras tanto, mientras vivimos con mascarilla, el planeta respira, respira con fuerza, muy hondo, preparándose para cuando volvamos a invadirlo todo.
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