19 marzo 2020

Sueño número 9



Bajo tierra, ahí es donde vivimos desde que murió el sol y el mundo se convirtió en tinieblas. Ya no distinguimos la noche y el día, y dormimos custodiados por guardias con vestimentas verdes, como si protegieran la última oportunidad de nuestro sueño perdido, camuflados entre árboles que ya no existen.

Inquietos, desorientados, anestesiados, casi dormidos, con los ojos semiabiertos, los párpados pesando kilos, una sábana fina hasta el cuello y el sudor calando hasta los huesos.

El temblor es inmenso, el del mundo y el de nuestros frágiles cuerpos. Imposible comprender lo que está ocurriendo fuera, el mal que nos depara. Ya no quedan lágrimas en los ojos y la humanidad se desvanece.

La tierra está del revés, se gira el mundo y nosotros ya no sabemos de qué lado vivimos. Hemos perdido el control, ese control que pensábamos tener entre nuestras manos, como si el universo girara alrededor de nuestra superioridad. Hasta que el ego se nos subió a la espalda y nos dimos cuenta que no éramos nadie. Éramos "la mierda cantante y danzante del mundo".

Atrapados bajo tierra, aplastados en la respuesta mortífera de la naturaleza, sin escapatoria. Con el futuro negro por culpa de un pasado todavía más oscuro.

No hay esperanza, y quizás, sea lo más justo.

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