Quizás
todo se resuma en sentir.
Quizás todo sea tan simple que en ocasiones nos
resulte imposible de distinguir.
¿Y si la clave se encuentra ahí?
Sentimos
todos los días. Sentimos bueno, malo, a veces largo y otras se nos hace
tremendamente corto. Sentimos los abrazos, sentimos las caricias y hasta las miradas
desconocidas nos pueden llegar a tocar bien adentro. En ocasiones, sentimos dolor
cuando se va alguien importante. ¿Y a quién, alguna vez, no le han partido en
dos? Y eso nos hace sentir las ganas de superación en nuestro interior, las
muestras de apoyo y las dosis necesarias de amor.
Sentimos cosas todos los
días, cosas que te hacen llorar, que te hacen reír, que te hacen gritar y
soñar. A veces, te erizan los pelos cosas tan simples como una cerveza en una
terraza, un rayo de sol, el ruido de la lluvia mientras duermes o un gol en el
último minuto. Sentimos miedo y sentimos la necesidad de superarlo. Sentimos
antes, durante y después del orgasmo. Sentimos locura, sentimos pasión,
sentimos inexplicable y sinrazón.
Quizás esperamos demasiado de este ‘sinsentido’
que es vivir, quizás el truco se encuentre en disfrutar escribiendo estas
líneas. Quizás una conversación, tu canción favorita o un paseo por la huerta
valenciana sea el único secreto para querer seguir respirando.
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