Ojalá tu risa instaurada por dictadura tras guerra civil cruenta.
Y no se sepa nada de tu voz entrecortada por asfixia, entre el nudo de la garganta y el hueco del estómago.
Es difícil, quizás imposible, pero son tus ojos los que piden por ti.
Se lee, se lee libertad, se lee un mundo esperando ahí fuera, allá donde el corazón ansía llegar, tras salir de esa jaula de cristal.
Las mejillas mojadas por el miedo, los ojos rojos tras días expulsando rabia.
Lo auténtico sólo desea que brille el sol, que únicamente se nos nuble la vista con los escalofríos que provoca sentirse cerca de los sueños, y que esa, solamente esa, sea la gran preocupación.
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