Trato
de respirar hondo.
No, no
quiero relajarme.
Ansío expulsar
la rabia que me desgarra por dentro.
Y me
pone tan nervioso no ser capaz de dedicarme cinco putos minutos de silencio y
paz.
¿Dónde
los voy a poder encontrar, si ni siquiera soy capaz de ofrecérmelos yo?
En estos
momentos de furia desatada, me debato entre dar rienda suelta a esta rabia
enquistada en la libreta de la lista de la compra o volverla a recluir en lo
más profundo de mi estómago, con alguna actividad entretenida, o de autoengaño.
Pero ya
estoy muy muy cansado de poner en cuarentena algunos sentimientos que vocean
entre mis costillas.
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