Sale el sol
radiante y lo tapan nubarrones.
Suena con brutal estruendo el cielo y cantan los pájaros sus melodías
mañaneras.
El viento todo se lleva por delante con una fuerza inusitada y, a la vez, suena
la hechizante guitarra de Mark Knofler.
Graniza, relampaguea, olas de 7 metros.
Y la calma llega en 10 minutos. Todo se apacigua, el mar queda sedado en
maravillosa armonía, el cielo aclara sus ojos y las nubes dejan de llorar su
rabia. Pero, no sabes cuánto durará ese estado de paz, cuándo volverá a chillar
el mundo.
Y yo, que empiezo a pensar que vivo mimetizado con estas cosas.
Así me encuentro, como un volcán activo que puede estallar y soltar todo su
fuego interior. Una llamarada de realidad, de incomprensión, de desesperación.
Y luego, luego viene el paraíso. El arte, la magia, la tranquilidad de sentirse
intocable, la perfección en la libertad de las sensaciones. Un elixir que
intoxica amablemente el temporal.
¿Y luego?
luego está escribirlo, y sentirte un auténtico loquito de manual.
Luego, mostrarte, destaparte, y que te la sude. /icono de pillo del WhatsApp/ 😏
Esta es mi manera favorita de sobrevivir.
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