23 enero 2021

Los niños no lloran

Alguien me dijo que los niños no lloraban. Al principio me extrañó, luego lo escuché varias veces, una detrás de otra, y me lo creí. No sin pena, pues llorar me salía solo, sin esfuerzo. Me avergoncé mucho y trabajé duro para transformar mi piel suave de niño vulnerable, en piedra.

Y resulta, que estuve muchos años creyendo que todo estaba bien. Que había hecho conmigo un negocio excepcional.

Pero mi piel dura y rasposa estaba cansada de ser eternamente el muro donde colisionaba la magia del universo y la cárcel que no permitía expandir mis maravillas.

Y bueno, que no sé cómo acabar este texto que llora nostalgia en lágrimas de letras y me están entrando las prisas.

Digamos que cada vez estoy más convencido de dejarme la piel algo más blandita. Y, cuando sea necesario, se desplacen con total naturalidad las lágrimas por ella. Sin pedir perdón.

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