05 junio 2020

Volver a mi planeta

Querer desaparecer del mapa para que no te encuentre nadie.

Sentir el mundo tan pequeño, tan irrisoriamente ridículo y patético, que desearías con tanta fuerza no pertenecer al mismo. No vivirlo. No ser parte. No existir.

Sentir una atracción fatídica por todo lo que no recuerde a ser de aquí, todo lo intangible, lo inimaginable, lo que proviene de la irrealidad, o más sencillo aún, no pertenece a este lugar indómito e incontrolable.

Salir de casa con la mente en blanco, lobotomizado, dejando la puerta abierta, sin pensar en lo que dejas atrás, subir a la azotea, mirar al cielo con los ojos llorosos, pero brillantes de tanto desear. Gritar auxilio a las millones de estrellas esparcidas en la nada más oscura e inquietante. Desgañitarte en el último intento de que alguien o algo te escuche entre tanto estrépito y te lleve lejos del mundanal manicomio en el que te soltaron un día y te obligaron a habitar, coexistiendo con seres de un planeta muy lejano al tuyo.

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