10 junio 2020

¿Distancia y tiempo?




Recuerdo perfectamente cómo tu presencia conseguía mitigar el dolor causado por ese nudo permanente de mi garganta.

Y ahora en la distancia, te veo en cada una de las miles de millones de estrellas y aúllo a la luna llena tratando de comunicarme contigo. No contestas nunca.

Mantengo la esperanza de encontrar tu cara mientras deslizo mi dedo con desgana por el Tinder.

También acostumbro a moverme por casa sin sentido alguno arrastrando un lastre hecho bola en mi estómago. Y me muerdo los labios, que llevan meses quemados.

Te escribo malgastando mis últimas letras como cuidados paliativos de este cuerpo que perdió el alma de un día para otro.

Dicen que la distancia hace el olvido y que el tiempo todo lo cura. ¿Cuánta distancia y cuánto tiempo?

Pues existen casos en los que la distancia hace el mito y el tiempo lo convierte en leyenda.

Ahora me encuentro lejos de mí mismo y tres segundos se me hacen eternos.

Estoy pagando muy caro no tener esos putos abrazos, y tras un breve suspiro aguantando una manzanilla que todavía sigue ardiendo, me marcho cabizbajo a mi cama congelada. Y así me mantengo, en plena glaciación.


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