Volví
conmigo. Y es que andaba un tiempo esperándome.
Me encontré dejado y perdido, con las barbas largas y la piel escocida. Así es
como se encuentra uno cuando se ha dejado atrás, cuando se olvida.
Me necesitaba, pero yo estaba en otras cosas. Entretenido a codazos con mis
angustias, degustando mi amargura innata, mi sinsabor especial.
Abandonado, me enfadé conmigo mismo, pues no era la primera vez que me iba, que
me traicionaba. No era la primera vez que jugaba con fuego y me quemaba. No era
la primera vez que me lanzaba a la hoguera para arder, conscientemente.
Pero como los buenos amigos, sabía que al volver, estaría. No soy perfecto, ni
hay que serlo. Y después de una mirada al espejo de ''estás gilipollas o qué te
pasa", me abracé, me abracé tan fuerte que acabé de fracturarme los pocos
huesos que me quedaban firmes.
Quise solucionar rápido mi mente desfigurada. Puse en sintonía mi cuerpo y mi
alma y centré el tiro de mis necesidades, mentales y corporales.
Tenía cierta prisa, pues nunca se sabe el momento en el que volverás a
desaparecer, el momento en el que te echarás de menos, y comenzarás de nuevo a
buscarte entre un sinfín de cosas inservibles.
Me iré, seguro, pero volveré a arreglarme como ahora. Con orgullo, volveré
conmigo.
Aquí mandan las letras. Sublevadas e irreverentes todas ellas, han tomado el control. Cuando se mezclan hablan mis tripas, descansan mis temblores y se desgañitan mis contradicciones. Se desnudarán sin censuras, tronarán sus pulsaciones y oscilarán sus biorritmos cambiantes. Ahí están… Agárrate que vienen poniendo las íes sobre los puntos.
24 junio 2020
Volví conmigo
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario