17 mayo 2020

Somos dueños de nuestra tristeza



Tienes el derecho vital de dejarte llevar, cuando sea necesario, hacia la tristeza.

Tenemos tan mal considerado el sentimiento de tristeza, que el caer en él nos aboca a un afán casi destructivo de contradecirnos y engañarnos a nosotros mismos.

Vivimos en los últimos tiempos una era en la que la exigencia por lograr la felicidad (como si fuera fácil el simple hecho de describirla) nos acerca peligrosamente a una competencia social extenuante por, no solo sentirnos felices, sino también por mostrarlo al mundo. ¡Que todos sepan lo feliz que soy!

Libros de autoayuda aparte...
Si ignoramos la tristeza, la escondemos, la vilipendiamos constantemente, hacemos como que no existe, ¿cómo vamos a lograr diferenciar unos sentimientos de otros? ¿Cómo vamos a saber disfrutar cada momento, en la forma que toque disfrutarlos? ¿Cómo saber afrontar los sentimientos mal llamados negativos, si nos negamos a sentirlos, a vivirlos?

La tristeza es un sentimiento, la felicidad un estado.

No hay felicidad sin experimentar tristeza.

No permitas que nadie juzgue tu tristeza, ni siquiera tú mismo. Abraza tu tristeza, es tuya, que nadie te la robe.

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