He
trepado hasta donde empieza a oler a tus sueños quiméricos,
y en la brisa suave que sigue al huracán, nos hemos tapado la vida maltratada con planes indecentes,
preparados para alimentar nuestros cuerpos famélicos.
Y en lo que dura un gin-tonic mezclado con risas podemos visualizar el brillo de nuestros ojos candentes.
Ojos que miran a través de la piel rasposa.
Miradas tan profundas que si dejaran de existir, suplicaríamos que nos atravesaran el esófago para tocarnos la columna vertebral.
Y mientras vislumbramos la manera de engañar al destino de la forma más tramposa,
nos ponemos cachondos disfrutando los segundos que dura este orgasmo cerebral.
y en la brisa suave que sigue al huracán, nos hemos tapado la vida maltratada con planes indecentes,
preparados para alimentar nuestros cuerpos famélicos.
Y en lo que dura un gin-tonic mezclado con risas podemos visualizar el brillo de nuestros ojos candentes.
Ojos que miran a través de la piel rasposa.
Miradas tan profundas que si dejaran de existir, suplicaríamos que nos atravesaran el esófago para tocarnos la columna vertebral.
Y mientras vislumbramos la manera de engañar al destino de la forma más tramposa,
nos ponemos cachondos disfrutando los segundos que dura este orgasmo cerebral.
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