23 abril 2020

Tras mil años y algunas guerras civiles


Sin esperarlo, como suelen llegar las mejores cosas.
Con tranquilidad y confianza, como se vive a las personas con las que fluyes. Asegurándonos dejar cualquier forma de forzar situaciones bien alejada de nosotros.
En lo más profundo de mi sonrisa, tras la pantalla, se esconde la sensación de que has venido a ayudarme a desplegar mis alas.
Y no, rotundamente no me avergüenza estar viviendo una adolescencia en la treintena.
Tú y yo conspiraremos en el sofá todos esos planes que a nuestras ganas desmedidas se le ocurran.
En tres segundos me recordaste el nombre de cosas que creía olvidadas.
Y estoy aprendiendo a amar lo lento, a aceptar mi impaciencia innata mientras descubro que soy capaz de esperar y aguantar mi ansia.
Reconocer la similitud de los lunes y los domingos, mientras se paran todas las manetas de los relojes.
Y en lo que dura un abrazo virtual, jugamos a hacernos las risas y a follarnos con un poco de imaginación, con ayuda de nuestras manos, tan cómplices como desquiciadas.

No sé qué saldrá de este 'impás' inesperado. Me atrevo a decir que ni siquiera necesito saberlo.

Pero sí sé la ilusión que me genera que hayas reaparecido en mi vida después de mil años y algunas guerras civiles, reactivando partes de mí que creía extintas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario