Pienso
dónde estarás ahora.
Qué mundos estarás descubriendo.
Qué labios habrás besado.
Qué lágrimas habrás llorado.
Me conformaría que en los desayunos, todavía adormilada y con los ojos a medio abrir, pienses tres segundos en mí.
Dónde estaré ahora.
Qué mundos estaré descubriendo.
Qué labios habré besado.
Qué lágrimas habré llorado.
Con eso -casi- me conformo.
Yo, además, te seguiré escribiendo, sin cadenas, con algo de nostalgia, pero con la euforia de haber vencido al hielo y al fuego al mismo tiempo.
Tan lejos, y todavía tan incrustada.
Qué mundos estarás descubriendo.
Qué labios habrás besado.
Qué lágrimas habrás llorado.
Me conformaría que en los desayunos, todavía adormilada y con los ojos a medio abrir, pienses tres segundos en mí.
Dónde estaré ahora.
Qué mundos estaré descubriendo.
Qué labios habré besado.
Qué lágrimas habré llorado.
Con eso -casi- me conformo.
Yo, además, te seguiré escribiendo, sin cadenas, con algo de nostalgia, pero con la euforia de haber vencido al hielo y al fuego al mismo tiempo.
Tan lejos, y todavía tan incrustada.
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