26 diciembre 2021

Tan solo y en mi cabeza tanta gente

Vivir en automático resultaba ser lo más sencillo.

Sin pena ni gloria,

dejando vagar a un cuerpo inerte y sin suerte.

Me enredo en las telarañas tejidas por mis arácnidos sinsentidos.

Y ahora ando perdido y sin rumbo,

desde que se me olvidó el mapa en el pantalón de algún bolsillo.

 

Tan solo y en mi cabeza tanta gente.

Disparos,

tristeza,

fuego.

La crudeza alentada por la muchedumbre candente.

 

Tirar una moneda al aire, en ocasiones, es lo más sensato.

Y así será cómo mis sórdidos pensamientos escriban con letras bañadas en ingentes cantidades de odio,

el final de este aciago relato.

 

Yo me acuso

de todas las mentiras que se convirtieron en verdades en la sombría caverna de mi calavera.

De las angustias infundadas, que me ahorcaron en las plazas privadas de mi vengativa moral enrabietada con el mundo entero.

De las tretas usadas en mi contra.

De amañar el juego.

De hacerme el harakiri por razones de honor.

 

Me acuso de las injusticias que me autoimpuse

y de las que, todavía hoy, no he podido salir indemne.

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