18 diciembre 2021

De la vida solo espero un fogonazo


Me acostumbré a dormir a pierna suelta en la cuerda floja de mi vida agarrada por alcayatas.
Las alturas ya no dan vértigo, dan un gustito extraño e inexplicable en un lugar por determinar alrededor del cuello.

Me salió algo de coraje en la espalda. Y desde entonces, se baten las agallas para volar y ver el mundo desde la perspectiva de los que saben que "casi" todo da igual.

Verlas venir alguna vez fue lo correcto, esperar, transitar por el mundo con el freno de mano puesto, con la cautela parapetada en mis pies de goma, con la cuadrícula del universo perfectamente organizada en una libreta de gusanillo.

Así deambulaba por la tenebrosa avenida que termina en una rotonda sin giro, sin vuelta, sin cambio de sentido. Un final seguro y negro, frío y doloroso.

Y yo, que me cansé de discutir ese oscuro final, solo me propuse darle una pincelada de color, un último vuelo, una intensa mirada que le robe un poco de miedo al miedo, una transición divertida, un fogonazo de rebeldía.

Solo eso.

Un fogonazo de algo, que dure lo que tenga que durar.

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