No
me busquen,
no me extrañen.
He levantado muros en el perímetro de mi alma.
una huida exigida por mi incesante búsqueda de calma.
Una nota de despedida cruel,
la clásica sonrisa del que se sabe vencedor,
una nueva identidad,
un cambio de piel.
Pero no me voy a arrepentir.
No puedo.
Tenía el corazón vagando como un zombi
y a mis huesos carcomidos les acechaba la artrosis.
Lágrimas de miedo masacraban mis venas rendidas
y la cordura se me hizo bola en mis años de noches perdidas.
No vengan.
No me van a encontrar.
Vagaré entre los escombros de mi ciudad en ruinas.
Entre las telarañas que se adueñaron de mi muerte en vida.
No. No voy a volver.
Trazaré las líneas de mi nueva historia.
Y entre fuegos y cánticos renacerán iluminados de nuevo todos los huecos
oscuros que dejé abandonados.
Una confesión artística fabricada con esos miedos que se refugiaban en el fondo
de mi estómago.
Pero hoy las trazas que dibujan mi vida llevan mi nombre,
no son de otros.
Hoy estoy donde quiero estar.
De aquellos miedos, esta valentía.
No me busquen.
Ya no me van a encontrar.
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