21 julio 2021

Nunca aprenderemos a vivir del todo

Y de repente, casi sin darte cuenta, abrazas el caos.

Y aprendes a amar todo ese desastre que te rodea.

Los miedos empiezan a practicar mindfulness; en el pasillo oscuro en el que te encontrabas, ya no corre aire frío, y a tu paso se iluminan pequeños ledes blancos que delimitan el camino; las puertas ya no crujen y, al cerrarlas del todo, se abren ventanas, claraboyas, portones, cristaleras, balcones y miradores donde divisar la inmensidad que nos esperaba; el vacío que experimentas comienza a rellenarse poco a poco como un reloj de arena, sin prisa, pero sin pausa; y la rueda de la vida, que te aplastaba y, además, te gustaba, se ha detenido un momento, hasta que la vuelvas a hacer girar cuando quieras, ahora tú decides cuándo y a qué velocidad.

Y de esta manera, la incertidumbre se ha convertido en oportunidades. Y tú ya has decidido fluir hacia ellas, con la calma del que sabe que "everything is going to be ok".

Nunca aprenderemos a vivir del todo.

¿No es una victoria el simple hecho de aceptar eso?


13 julio 2021

De aquellos miedos, esta valentía

No me busquen,
no me extrañen.
He levantado muros en el perímetro de mi alma.
una huida exigida por mi incesante búsqueda de calma.

Una nota de despedida cruel,
la clásica sonrisa del que se sabe vencedor,
una nueva identidad,
un cambio de piel.

Pero no me voy a arrepentir.
No puedo.
Tenía el corazón vagando como un zombi
y a mis huesos carcomidos les acechaba la artrosis.
Lágrimas de miedo masacraban mis venas rendidas
y la cordura se me hizo bola en mis años de noches perdidas.

No vengan.
No me van a encontrar.
Vagaré entre los escombros de mi ciudad en ruinas.
Entre las telarañas que se adueñaron de mi muerte en vida.

No. No voy a volver.
Trazaré las líneas de mi nueva historia.
Y entre fuegos y cánticos renacerán iluminados de nuevo todos los huecos oscuros que dejé abandonados.

Una confesión artística fabricada con esos miedos que se refugiaban en el fondo de mi estómago.

Pero hoy las trazas que dibujan mi vida llevan mi nombre,
no son de otros.
Hoy estoy donde quiero estar.

De aquellos miedos, esta valentía.

No me busquen.
Ya no me van a encontrar.

09 julio 2021

Rebelde y consentida

Me enamoras.
Me enamora que te sude el coño lo que piensen de ti y, al mismo tiempo, estés pendiente de todo lo que ocurre alrededor.

Tu bandera negra, con una calavera estampada, ondeando anarquía en un viaje hacia el extrarradio de algún mar embravecido, sin reglas que acatar. Un choque cultural dentro de tus ojos hambrientos, sin necesidad de modificar la exposición.

Eso que tú llamas rebeldía y que a la razón que me gobierna desde hace siglos, le provoca insumisión.

Te convertiste en el Bálsamo de Tigre que relaja mis sienes insatisfechas. La muerte de las angustias que por las noches me acechan.

Nos conocimos a destajo.
En un pestañeo de mes y medio.
Y nos fundimos en risas, mezcladas con vulnerabilidad de la buena, hasta que se nos saliera el corazón del pecho.
En seis metros cuadrados con ruedas, llenos de sueños y miedos, dejando atrás la humanidad de cartón.
Fuimos reales.

Ha sido un siglo que pasó en un rato. Días emocionantes en los que fantaseamos con compartir nuestra sed de infinito.

Ahogarnos en el ansia viva que nos corroe la piel, en cada segundo, en masticar cada respiro que se permiten nuestras ansiedades.

Descalzarnos y desnudarnos.
Vivir la vida que queríamos por un instante.
Gritarnos las bromas y entender y respetar nuestros sagrados silencios, todo al mismo tiempo.

Caminar ciudades, playas y montañas.
Mojar los dramas de nuestro primer mundo en dos mares diferentes.
Relegar las vergüenzas y exiliar el pánico de la rutina fulgurante.
Asalvajarnos un poquito.

Tenemos los cuerpos demasiado pequeños para lo que queremos crecer por dentro.

Compañeros de contexto.

Seres fugaces que comparten soledad.