Y de repente, casi sin darte cuenta, abrazas el caos.
Y aprendes a amar todo ese desastre que te rodea.
Los miedos empiezan a practicar mindfulness; en el pasillo oscuro en el que te encontrabas, ya no corre aire frío, y a tu paso se iluminan pequeños ledes blancos que delimitan el camino; las puertas ya no crujen y, al cerrarlas del todo, se abren ventanas, claraboyas, portones, cristaleras, balcones y miradores donde divisar la inmensidad que nos esperaba; el vacío que experimentas comienza a rellenarse poco a poco como un reloj de arena, sin prisa, pero sin pausa; y la rueda de la vida, que te aplastaba y, además, te gustaba, se ha detenido un momento, hasta que la vuelvas a hacer girar cuando quieras, ahora tú decides cuándo y a qué velocidad.
Y de esta manera, la incertidumbre se ha convertido en oportunidades. Y tú ya has decidido fluir hacia ellas, con la calma del que sabe que "everything is going to be ok".
Nunca aprenderemos a vivir del todo.
¿No es una victoria el simple hecho de aceptar eso?