Quizás
se me fue de las manos.
Y sigo preso de mis vicios.
Mientras siento que se nos acabó el amor antes de usarlo. Y más o menos eso es
lo que pasa cuando echas de menos algo que nunca fue.
Cometí el error de confiarme a ti. Olvidando que nuestras cabezas acobardadas
todavía tenían algo que decir.
Y tal vez, el momento era, todavía, demasiado pronto.
Me ha tocado improvisar la desescalada, pero sin intención alguna de provocar
un rebrote.
Como un rastrojo que vive con el miedo de arder fácil en verano, viendo esconderse al sol, poco a poco, cada vez más lejos.
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