[No
tengo ni idea de si esto que escribí el 19/02/20 tiene algo de sentido. Pero
ese día, por algún motivo que desconozco, lo vi muy claro. Igual acababa de
leerme algún artículo de "todo lo que tienes que saber sobre el
enamoramiento", o "7 claves para enamorarse de la persona
adecuada", o venía frustrado con alguna camiseta que había encogido tras
un mal lavado, o quizás algún trauma que decidió reaparecer transitoriamente
aquel día...
A lo mejor, la definición o etiqueta que cada uno le pone a las palabras es
cambiante y 5 meses después el enamoramiento y el querer es lo contrario a lo
que era en ese momento. No importa...]
Nos enamoramos de espejismos.
No nos enamoramos de personas, nos enamoramos de unas características, físicas
o mentales, que proyectamos de nosotros mismos. Moldeamos una ilusión a nuestro
gusto y nos empeñamos en poseerla. Podemos decir que nuestra mente se fabrica
una camiseta a medida.
Respondemos ante un ideal que nace del miedo, de las experiencias pasadas, de
las creencias sociales en las que nos movemos, de las carencias que deseamos
resolver.
El enamoramiento viene de la mano de una obsesión, del descontrol, del ansia y
las ganas, de lo absurdo.
Lo demás es querer. Y el querer a alguien es tiempo, es confianza, es
paciencia, es no necesitar, es libertad y es tranquilidad.
Nada que ver con enamorarse.
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