Es muy
difícil asimilarlo.
Pero es así.
Ni estuviste, ni estarás.
Ni siquiera los picores de cara al raspar,
cada quince días.
No había besos.
Y te das cuenta que la sangre no determina nada. Como mucho, en ocasiones, nos
confunde.
Pero yo no quería tener la mitad de mis genes muertos para siempre.
Me ha costado años,
unas cuantas terapias
y quilos de amonal acumulados en mi estómago.
Pero aquí estoy,
plantando cara a las telarañas.
Aquí mandan las letras. Sublevadas e irreverentes todas ellas, han tomado el control. Cuando se mezclan hablan mis tripas, descansan mis temblores y se desgañitan mis contradicciones. Se desnudarán sin censuras, tronarán sus pulsaciones y oscilarán sus biorritmos cambiantes. Ahí están… Agárrate que vienen poniendo las íes sobre los puntos.
30 julio 2020
Plantando cara a las telarañas
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