13 julio 2020

El cuervo que tengo dentro

Tengo un cuervo dentro.

Me picotea el estómago.

A veces se agarra de las tripas y las enreda, las enreda dando vueltas sobre sí mismo. Las retuerce con ensañamiento.

Duele. Duele mucho.

Trato de esconderlo, ignorarlo, taparlo con cualquier droga. Con personas, música, hobbies, trabajos y falsas esperanzas.

En ocasiones he pensado que por fin se había marchado. Pero no, siempre vuelve con su pico punzante y su graznido irritante.

Hasta en ocasiones puntuales, cuando me había olvidado de él, llegué a echar de menos ese ser tan conocedor de mis miserias.

Y se cuelga de mis cuerdas vocales hasta dejarme sin habla.
Y se cuela en mis pulmones corrompiendo mis respiraciones.
Y boicotea mi corazón atentando contra mis pulsaciones, coagulando los días.

No me puedo deshacer de ese cuervo negro.

Le odio.

Otras le alimento y cuido.

Al fin y al cabo, es el cuervo que tengo dentro.

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