Me vengo a
visitar
y a huir
de todo,
a sacudir el estrés de golpe
y a
purgar el lodo.
Mi montaña
y yo
en
entendimiento completo,
los
pájaros responden al silencio
mientras
planean el eco,
el viento roza
mi frente
y mi cuerpo,
y hace
crujir las ramas del árbol
que tengo
a medio metro.
Una
hormiga escala
mi gemelo
derecho,
provocando
cierto cosquilleo
y media
sonrisa,
a la que
no buscaré adjetivo,
incluso
juraría que al insecto
le he
dedicado alguna palabra que ya no recuerdo.
El zumbido
de una avispa
frena mi
momento zen en seco.
Pero no
pasa nada,
ahora
mismo todo es perfecto.
Sobre una
roca en el desfiladero,
en el
horizonte Valencia y el mar,
un
incontestable cielo azul,
escoltado por
un sol exultante
que
empieza a asomar,
con
dedicatoria lanza sus rayos cómplices
directamente
hacia mí,
que me
achinan los ojos y avivan el día.
¿Qué
podría faltarme
si al
mismo tiempo
se me
erizan los pelos
y el alma
entera?
El Garbí
No hay comentarios:
Publicar un comentario