En
ocasiones, en medio del silencio y la oscuridad que reina por la noche, miro al
cielo.
En él hallo la serenidad que no encuentro aquí abajo. La sinceridad descrita
por millones de minúsculos puntitos brillantes. Y sueño, con tremenda
terquedad, engañar a la gravedad, y flotar, como una burbuja, hasta la galaxia
más lejana.
Es allí donde me esperan las brujas incomprendidas abrasadas en las llamas,
donde ríen
descuidados los demonios vilipendiados durante siglos,
donde aguardan los suspiros que mantienen viva la eternidad,
donde David Bowie viajaba, de vez en cuando, y le marcaban la cara con un rayo.
Allí, donde nadie puede hacerme daño, donde sentirme cómodo, sin miedos, en la
clandestinidad de mi inquietante hogar.
Allí, en la profundidad del negro que pinta por completo el cielo, es adonde
ansía llegar mi alma liberada, la que vive, la que siente, la que llora y huye
para encontrarse en armonía.
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