Te
encontré.
Abandonada
Herida
Triste
Perdida.
Y,
aunque en esa época yo tampoco era capaz de dedicar mis mejores sonrisas al
mundo,
nos abrazamos.
Esos brazos
que envolvieron por completo nuestras espaldas
quisieron acallar los alaridos del mundo.
Y nos propusimos rellenar todos los huecos que se habían convertido en abismos.
Pero, en ese juego suicida de salvar y ser salvado al mismo tiempo.
No dimos abasto.
Nos desintegramos al querer entrar (de golpe) en nuestra estratosfera.
Queríamos, pero no podíamos.
Nos ahogamos en un vaso de agua.
Los dos nos habíamos quedado pequeñitos y llevábamos un tiempo viviendo sin
apenas respirar.
Éramos dos cuerpos danzando sin sentido, que encontraron algo de cordura tras
una duna en el desierto.
Algo de euforia ilusoria.
En un momento en el que,
quizás,
lo que necesitábamos,
era dejar a las lágrimas deslizarse libremente por la curvatura de nuestras
mejillas.
Y nada más que eso.
Nos encontramos a destiempo.
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