Únicamente
deseaba expandir mi mundo.
Aunque ello significara dejar atrás al mundo que conocía, donde me sentía
seguro y protegido. También querido.
La explicación no llega tarde, llega cuando toca, después de varios años.
Completamente puntual.
No era consciente de ella.
A veces hacemos cosas y al tiempo descubrimos el motivo.
Y es que hay momentos en las vida en los que actúas sin saber muy bien por qué,
pero sientes algo muy potente por dentro que te empuja a hacerlo. Sin más.
Y yo que estaba harto de cumplir con las exigencias del guión de mi vida, ese
día resucité a mi yo inconsciente, pero el que vela por mí. También asesiné por
el camino unas cuantas cosas que en ese momento parecían los pilares que
sujetaban mi vida. Pero no. Mi vida era mía, y esos pilares sólo eran una
fantasía en mi sesgada visión de cómo funciona el mundo.
No hubo derrumbe, aunque en muchos momentos creía ser polvo y cenizas. Había
desconocimiento. Estaba creciendo y, a veces, cuando creces, duele la rodilla y
la espalda.
Han pasado varios años, y la explicación viene tras pensarlo, llorarlo,
gritarlo y rabiarlo. Viene con letras de fuego templadas en el hielo.
La explicación es para mí, a mis momentos de sufrimiento tras esa decisión y
todo lo que ha conllevado. La negación y el odio. La incomprensión. El dolor.
Deseaba expandir mi mundo. Pero en ese momento no lo sabía. Únicamente me hice
caso.
Y ahí sigo, expandiéndome como el universo desde el Big Bang.
Gracias yo pasado. Aunque en ese momento no te entendiera muy bien, y te odiara
con mucha fuerza.
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