17 mayo 2020

Somos dueños de nuestra tristeza



Tienes el derecho vital de dejarte llevar, cuando sea necesario, hacia la tristeza.

Tenemos tan mal considerado el sentimiento de tristeza, que el caer en él nos aboca a un afán casi destructivo de contradecirnos y engañarnos a nosotros mismos.

Vivimos en los últimos tiempos una era en la que la exigencia por lograr la felicidad (como si fuera fácil el simple hecho de describirla) nos acerca peligrosamente a una competencia social extenuante por, no solo sentirnos felices, sino también por mostrarlo al mundo. ¡Que todos sepan lo feliz que soy!

Libros de autoayuda aparte...
Si ignoramos la tristeza, la escondemos, la vilipendiamos constantemente, hacemos como que no existe, ¿cómo vamos a lograr diferenciar unos sentimientos de otros? ¿Cómo vamos a saber disfrutar cada momento, en la forma que toque disfrutarlos? ¿Cómo saber afrontar los sentimientos mal llamados negativos, si nos negamos a sentirlos, a vivirlos?

La tristeza es un sentimiento, la felicidad un estado.

No hay felicidad sin experimentar tristeza.

No permitas que nadie juzgue tu tristeza, ni siquiera tú mismo. Abraza tu tristeza, es tuya, que nadie te la robe.

14 mayo 2020

Supervivencia



Sopla el viento dentro de casa, con virulencia, se cuela por los rincones inhabitados de las estancias secretas separadas por los tabiques de mis costillas.

Me esfuerzo en provocarme los escalofríos precisos a lo largo y ancho de mi cuerpo enmudecido. Pruebo con los sonidos relajantes del mar, su brisa marina y su tono reconfortante para mi martillo, yunque y estribo, últimamente vejados y golpeados por el silencio.

Insisto con las canciones aliadas, las que siempre vienen en mi ayuda, me protegen y lamen mis miedos con mucho cuidado, cuando me encuentro tirado en el suelo con el conocimiento perdido.

Pero yo, en estado civil catatónico, llevo días inmune a mis estímulos preferidos. Y así es difícil concentrarse y pedir tranquilidad a mi respiración exaltada.

En pleno conflicto conmigo mismo por mi propia supervivencia.

Pero me busco la yugular con la yema de los dedos, y todavía respiro escribo.

Buena señal.

03 mayo 2020

Orgasmo cerebral


He trepado hasta donde empieza a oler a tus sueños quiméricos,
y en la brisa suave que sigue al huracán, nos hemos tapado la vida maltratada con planes indecentes,
preparados para alimentar nuestros cuerpos famélicos.
Y en lo que dura un gin-tonic mezclado con risas podemos visualizar el brillo de nuestros ojos candentes.

Ojos que miran a través de la piel rasposa.
Miradas tan profundas que si dejaran de existir, suplicaríamos que nos atravesaran el esófago para tocarnos la columna vertebral.
Y mientras vislumbramos la manera de engañar al destino de la forma más tramposa,
nos ponemos cachondos disfrutando los segundos que dura este orgasmo cerebral.