30 diciembre 2017

Mereció ¿la pena?




¿Cómo iba a cambiar ese cruce de miradas por no haberte mirado nunca de tan cerca? ¿Cómo voy a arrepentirme de que hayas parado mis agujas del reloj? ¿Cómo iba a querer que no hubiera pasado nada si por un tiempo has sido todo?
Mereció ¿la pena?

La presión es la culpable. Queremos que todo sea perfecto, que todo vaya sobre ruedas, sin sobresaltos ni baches, como si la vida fuera un paseo por un campo de rosas, en lugar de un campo de minas antipersona.
Sin dudarlo, tratar de esquivar tus minas valió ¿la pena?

Y es que tengo un toque suicida que lo hace todo más jodido, y también más divertido. Y si tú no hubieras pasado aún estaría deseando que pasaras. Y si tú no te hubieras puesto delante todavía estaría buscando cruzarme contigo. Porque no hay valor en arrepentirse de que te hayan puesto los pelos de punta una y otra vez.

Dicen que hay que quedarse con lo bueno, ¿y con qué hay que quedarse si ha sido un fogonazo que ha tambaleando tu mundo y lo ha dejado patas arriba? Pues te revuelves y te das la vuelta, pero sabiendo que NO mereció la pena, sino la alegría de poder mirar fijamente esos ojos tan grandes, mereció cada momento que protagonizamos juntos grabado en mi retina, mereció la ilusión de verte otra vez, mereció las ganas de morderte y los nervios por si me mordías... Y paro ya porque si no me va a quedar muy largo y no pienso sentir pesadez cuando relea nuestra historia.

Como diría gente sabia, el cementerio está lleno de valientes. Y yo ya tengo colección de esquelas...

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