10 noviembre 2017

La nana de los miedos



Ya está, por fin ha terminado.
Ahora duermo a mis miedos y les canto nanas a regañadientes, pues hace tiempo que no me seduce la idea de tratarles tan bien.
Me concentro en parar el movimiento nervioso de mi pie izquierdo, simplemente eso ya me pone muy nervioso, pero me concentro.
Tengo la maleta hecha. Algún pantalón, las últimas camisetas que guardé en el cajón, dos pares de calzoncillos y calcetines, una libreta y un boli bic, una caja de Frenadol. La última raya.
Adiós.
Esta vez ellos no vienen conmigo.
Shhhh, no hagáis ruido, ya casi están dormidos.
Les tapo hasta el cuello, muevo la cuna con cuidado.
Shhhhhh
Está oscuro, hace frio, todo está en silencio. Me he acabado las uñas, pero todavía me quedan labios. Llevo dos CDs de Extremoduro, uno para la ida y otro para la vuelta.
Temo que al enterarse que los dejo aquí monten en cólera.
No pasa nada, que empiece la revuelta...
Voy a cerrar los ojos ya, que mañana madrugo y despego.
Confío que las pupilas vuelvan a su lugar.
Voy a cerrar los ojos ya, que los miedos son caprichosos y tienen muy mal despertar.

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