No eres un
héroe,
no tienes
superpoderes,
no eres
una roca
y tu
corazón no es de hielo.
También
tienes días malos,
acéptalo.
En la
cresta de la ola no se mantienen ni los mejores surfistas del mundo,
disfruta
del mar en calma.
La vida no
siempre es preciosa,
permítete
estar triste,
a veces,
incluso puedes llorar.
No eres el
más fuerte,
ni el más
guapo,
ni el más
optimista.
Necesitas
a los demás,
pero en ocasiones
solo te podrás ayudar tú.
¿Sabes?
También te
equivocas.
Puedes
fallar a alguien querido
y, aunque
te parezca mentira,
¡vas a
tropezar dos veces con la misma piedra!
Sí, vas a
sufrir,
y vas a
hacer sufrir a alguien.
Te vas a
romper en mil pedazos
y vas a
querer desaparecer del mapa.
Harás
muchas cosas que no te salgan bien,
pasarán
cosas que no esperabas,
habrá
heridas que nada ni nadie podrán curar
y días
donde parezca que no saldrá nunca el sol.
Habrá
gatos arañando tu estómago
y nudos en
la garganta que te desesperarán al ver que eres incapaz de deshacer.
Habrá que
acostumbrarse,
las cosas
no son fáciles.
Acepta la
tristeza,
también es
necesaria.
La
perfección, lo idílico, la felicidad constante,
sin peros,
sin contratiempos y sin tropiezos.
No existe.
Son
fantasmas que te persiguen y te machacan.
¡Date un
respiro!
La
perfección es cosa de los dioses, y tú, para bien y para mal, eres ateo
convencido.
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