El primer
paso, probablemente no te lleve a dónde quieres, pero sí te saca de donde
estás.
Eso se llama soltar.
No agarrarse a algo, en ocasiones incuestionable, en otras mera costumbre o
tradición.
El desapego sirve para personas, pero también para cosas, lugares, entornos,
rutinas...
¿Dejar algo únicamente si encuentras algo que consideras mejor?
No.
Y por ahí empieza el encontrar, casi sin buscar.
Antes de inspirar, espiramos.
Antes de coger aire, lo soltamos.
Pero cuesta mucho dejar atrás cosas cuando no tenemos algo inmediato que llene
ese vacío. Buscamos certezas detrás de algo insuficiente, que nos daña, que nos
atormenta. Quizás sea una ambición inconsciente por acaparar, por amasar dentro
de nosotros, ¿quién sabe el qué? que pensamos que nos llena, sin llenar.
Soltar aire, para hacer hueco y, después, volverlo a coger.
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