Nos
encontramos (otra vez) en medio del incendio. Las llamas nos rodeaban y
devoraban el mundo entero.
Busqué tus ojos descaradamente para que me dieran el permiso que ya nos
habíamos otorgado con la mente.
No había mascarilla que ocultase lo que ansiaban nuestros labios.
Y las manos, esas que todo lo desean tocar, haciendo fuerza con los dedos para
que se mantengan quietas. Un absoluto fracaso.
Y así, para bien y para mal, conseguimos aplazar la vida un poco. Olvidarnos de
sus prisas y agobios. De los garabatos que dibujan los bordes de nuestros días.
Un sí, pero no.
Una historia mal contada, que nadie entenderá, pero tampoco es necesario. Un
desastre maravilloso.
"ojalá encuentres alguien que te mire como yo lo hago"
Si eso no es grande, no me imagino qué puede serlo.