28 marzo 2021

Amarme sin piedad

Hacía tiempo que vagabundeaba como un perro hambriento entre los escombros de Tinder.
Tan solo quería encontrar algún trocito roto que comprendiera mi locura.
Y en medio de la pérdida de mi (in)sano juicio, acabé a golpes contra mi cordura.

Fue extraño, perturbador, incluso puse en cuarentena algunas creencias que la sociedad había atravesado en mi mente vulnerable.

Y en profunda conversación con lo que quedaba de mis entrañas, llegué a la conclusión: cuidarme era lo único transcendente. Sólo quedaba esa dirección o gasolina y cerilla.

Amar(me) sin piedad.

Un viaje que desafía los límites de mi comprensión, que llena y rebosa las baratijas de mis cuadriculadas convicciones.

Pero ahí estoy, en la carretera, aunque pase frío, calor, se me quemen los pies, o raspe el pecho al arrastrarme sobre el asfalto.

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