Aquí
me encuentro, escondido en mi pequeña isla de libertad. Y no tengo ni idea de
qué cojones escribir. Y al escribir cojones, el corrector sustituye a cojines,
que queda más suave y sutil. Me ha salido sensible el diccionario del teclado
del móvil, y yo no quisiera herirle más... Y en esta nota, que quedará en el
olvido, invierto mi tiempo del descuento, los minutos finales, los basurilla, y
no sé muy bien por qué. Aun así, ha tenido suerte esta mierda de texto, pudiendo
ser papel sucio, con tachones y una letra propia de un niño de 7 años, quedará
olvidada, pero con la cabeza bien alta, entre la lista de la compra y una nota
de 'cosas importantes para este año'.
¿Qué clase de gilipollas escribe esas mierdas? En fin...
¿Qué clase de gilipollas escribe esas mierdas? En fin...
Bueno, tampoco vamos a dramatizar, tú serás uno más, pero valoro mucho mi tiempo y se lo estoy quitando a dormir para dártelo explícitamente a ti, a costa de mis ojeras. Ellas quizás no lo lleven tan bien. No me lo cuentan, callan, lo llevan con dignidad, pero, ¿te digo un secreto? Me parece que se ponen celosas de ti. Y mis ojos lo confirman cerrándose durante dos segundos, los justos para que me dé cuenta que tengo que abandonarte
Hasta mañana, o hasta nunca, querido texto bastardo.
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