Y de
repente, todos esos abrazos y besos que "te obligó a dar", todos esos
"yo te lo doy, tú haz lo que quieras", todo ese sentimiento deseas
concentrarlo en un único abrazo. Y se te queda corto de tiempo, y de espacio, y
lo quieres contrarrestar con intensidad, haciendo fuerza con la mente, por si
así llegara más. Y lo das, y te quedas bien. Y te prometes darlos, a partir de
ahora, siempre, sin rechistar.
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