02 septiembre 2018

Te estás haciendo esperar


Nunca un beso se hizo esperar tanto, nunca tuve tanta ansia por probar unos labios tan grandes y más rojos que mi sangre alterada.
Tú y yo nos merecemos, o al menos eso empiezo a pensar, o eso me dicen mis ojos cuando me miras y mi piel erizada cuando me rozas.
Sí, aquí estoy sin poder dormir, pero esta vez no es el insomnio, eres tú entrometiéndote en mi descanso, lo cual no me impide soñar, o soñarte mejor dicho.
Y si ambos fuéramos una señal de prohibido, te diría que nos saltásemos sin miramientos, que la vida son dos días y todavía nos quedan muchos puntos, además de no tener tantas como un gato. Que nuestra forma de querernos está bien, pero todavía puede ser mejor...
Y esto lo digo aquí, con la boca pequeña y las letras en minúsculas, no vaya a ser que me asalte el miedo, el pavor de haberte encontrado y haberme dado cuenta. Que estamos hechos para vivirnos y bebernos, para querernos y comernos. Eso es lo que me quita el sueño, buscar la forma de decírtelo, o explicártelo sin decirlo, o mostrártelo con sólo mirarte, o que me digas que piensas lo mismo. Es decir, que quiero revolcarme en tu sonrisa.

¿Todavía no te habías dado cuenta?

No hay comentarios:

Publicar un comentario