Busco
consuelo facilón en mis páginas atrapadas entre dos trozos de cartón.
Y este es el principio del final de las letras rasposas que llevan al delirio, las letras que voy a matar para no dejar rastro a quien persiga la tinta desprendida hoy, tan negra.
Y este es el principio del final de las letras rasposas que llevan al delirio, las letras que voy a matar para no dejar rastro a quien persiga la tinta desprendida hoy, tan negra.
No sé si soy yo o la humanidad la que pide a gritos auxilio, con desespero, dando tumbos y agonizando en nuestro campo de concentración azul y redondito.
De norte a sur, de Washington a Bangladesh, del parque de la esquina a mi habitación caótica, de "Alá es grande" a la iglesia católica, del muro más alto que nos separa a las líneas imaginarias que nos gobiernan, desde la selva talada sin compasión a los océanos de plástico, de las locuras controladas a las desparramadas sin vergüenza alguna por este planeta manicomio, desde el portal de tu casa hasta el dormitorio incandescente del mismísimo demonio, hasta ahí llega mi ira incontrolable, el anarquismo absoluto que rige el universo, que ruge a nuestras espaldas tatuadas de arañazos, de manos sucias y caras tristes, de moscardones y buitres negros, alguna pincelada de buen alma arrancada a tiempo, un montón de trozos de carne inerte, de mentes inestables, de pena, de balas organizadas en un cargador de un fusil de asalto, de flores marchitas y tabiques pintados, de Premios Pulitzer en álbumes de fotos, venas costradas e ilusiones vilipendiadas en votos, de billetes que caen en saco roto, de peces y aves pringados de petróleo, de puños, puñales y pañoladas en un campo de fútbol, de escaleras al cielo y campanas del infierno, de odio en vena y tambores de guerra, de seres de cera y toneladas de tierra, de cuchillos en el aire y animales de dos patas, niños que gritan pidiendo un poco de aire, adultos que se matan para no cortar este baile, tan suicida, tan indigesto, tan cruel como cierto.
Y ante esta escalofriante estampa, quisiéramos que fuese pesadilla, pero nos tomamos un café, dos tostadas, suena un WhatsApp y deseas escribir por última vez en el grupo de tu bochornosa especie, para posteriormente ver un final feliz, tan relajante como orgásmico: un gris y solitario "saliste del grupo".
Como decía esa niña: "¡¡¡paren el mundo, que me quiero bajar!!!"
¿Eliminamos grupo?
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