28 febrero 2018

A diez segundos de distancia


Y como no podía ser de otra forma, terminamos arrinconados y a oscuras. A diez segundos del paraíso, a diez segundos de distancia se encontraba nuestra gran revolución. Con las manos como únicas armas de fuego, nuestros ojos como arma blanca, era el momento, y tan solo estábamos a diez segundos de distancia.

En ese tiempo quise quemar Troya, todas las naves y mi cuerpo entero en la hoguera más alta del infierno. Y en esos diez segundos pasaron tantas cosas por mi cabeza y a la vez pensé tan poquito, que solo pude hacer frente a los escalofríos y al nudo en la garganta. No se resistieron, todos queríamos vencer, todos queríamos arder.

Y como las grandes noches que traen resaca, esos diez segundos fueron laguna, que me tuvo que contar la Luna, de pe a pa, con gran detalle, pues prestaba atención desde arriba mientras yo me distraía del resto del universo, hipnotizado y en total desconexión por la manera en la que te mordías el labio. Diez segundos que tardaron en llegar una eternidad, que duraron lo que nuestras miradas tardan en encontrarse y fueron utopía para convertirse en realidad.

Y esto es lo que duran las revoluciones, nuestros diez segundos de distancia.

25 febrero 2018

Nuestra suciedad





Busco consuelo facilón en mis páginas atrapadas entre dos trozos de cartón.
Y este es el principio del final de las letras rasposas que llevan al delirio, las letras que voy a matar para no dejar rastro a quien persiga la tinta desprendida hoy, tan negra.

No sé si soy yo o la humanidad la que pide a gritos auxilio, con desespero, dando tumbos y agonizando en nuestro campo de concentración azul y redondito.
De norte a sur, de Washington a Bangladesh, del parque de la esquina a mi habitación caótica, de "Alá es grande" a la iglesia católica, del muro más alto que nos separa a las líneas imaginarias que nos gobiernan, desde la selva talada sin compasión a los océanos de plástico, de las locuras controladas a las desparramadas sin vergüenza alguna por este planeta manicomio, desde el portal de tu casa hasta el dormitorio incandescente del mismísimo demonio, hasta ahí llega mi ira incontrolable, el anarquismo absoluto que rige el universo, que ruge a nuestras espaldas tatuadas de arañazos, de manos sucias y caras tristes, de moscardones y buitres negros, alguna pincelada de buen alma arrancada a tiempo, un montón de trozos de carne inerte, de mentes inestables, de pena, de balas organizadas en un cargador de un fusil de asalto, de flores marchitas y tabiques pintados, de Premios Pulitzer en álbumes de fotos, venas costradas e ilusiones vilipendiadas en votos, de billetes que caen en saco roto, de peces y aves pringados de petróleo, de puños, puñales y pañoladas en un campo de fútbol, de escaleras al cielo y campanas del infierno, de odio en vena y tambores de guerra, de seres de cera y toneladas de tierra, de cuchillos en el aire y animales de dos patas, niños que gritan pidiendo un poco de aire, adultos que se matan para no cortar este baile, tan suicida, tan indigesto, tan cruel como cierto.

Y ante esta escalofriante estampa, quisiéramos que fuese pesadilla, pero nos tomamos un café, dos tostadas, suena un WhatsApp y deseas escribir por última vez en el grupo de tu bochornosa especie, para posteriormente ver un final feliz, tan relajante como orgásmico: un gris y solitario "saliste del grupo".
Como decía esa niña: "¡¡¡paren el mundo, que me quiero bajar!!!"

¿Eliminamos grupo?

23 febrero 2018

Que te vaya bonito





Estamos fabricados de lo que nos chilla entre las costillas, y yo solo me escucho de adentro que quiero con todas mis fuerzas que te vaya bonito.
Has sido, eres y serás valiente, como yo te he visto serlo.
Que mereces ver tu sonrisa en el espejo y quien decidas la vea en pleno directo, mucho más que yo cuando me levanto por las mañanas quitándome las legañas.
Y después de 4000 sentimientos contigo, de claro a oscuro, de brillar a estallar, de imposible mejorarte a imposible olvidarte. Después de todo, me quedo con esto, porque toca, porque es lo justo, porque lo merecemos, porque lo siento así.
No me cabe rencor alguno contigo, no tengo tiempo para pensarte mal, no vas a ser el clavo ardiendo con el que me queme por las noches, no voy a resignarme a recordarte con rabia.
Porque si algo me gané, fue sentir el orgullo de haberte vivido de tan cerca.
Y yo no sé si sentir así es querer mucho, poco o regular, pero sí puedo asegurar que es de verdad, que las letras salen con sonrisa, la sonrisa del que siente haber sido el más querido del mundo, y eso nada lo borra, ni todas las lágrimas que dejé en la almohada cuando desapareciste.
Yo te he visto de todas las maneras, y aunque no pueda hacerlo más, aunque esto sea lo más próximo a hablar contigo, aunque esto sea una conversación de yo conmigo y no me leas nunca, te lo estoy diciendo, TE LO GRITO a los cuatro vientos si es necesario. Para mí es casi como tenerte delante y verme reflejado en tu iris.
Mereces brillar,
Mereces disfrutar,
Mereces que te hagan sentir cosas increíbles,
Mereces vibrar .
Sin duda, mereces todo lo que te di algún día y lo que no supe darte también.
Mereces todo lo que una persona tan especial puede merecer.
Y no lo digo yo, lo dicen las letras, y te aseguro que a ellas se les da fatal mentir.

Sé feliz y que te vaya bonito.

05 febrero 2018

Y Blancanieves se bajó del cuento




Tenía la piel blanca como la nieve, labios rojos como la sangre y el cabello negro como alas de cuervo. Era la más bella del reino. Se lo decía el reflejo de los cristales de los escaparates cuando andaba por la acera. Lo sabía, y con toda la humildad del mundo lo gritaba en Instagram. Más de 4.000 seguidores, algo que no podía soportar su malvada madrastra y reina del vasto reino, que solo tenía 3.400 followers, contando bots. Se sucedieron los insultos y el acoso a través de las redes. Ella no entendía nada, ¿Qué culpa tenía de que no necesitara filtros para salir tan estupenda?


Un día, obligada por la crisis y por la envidia sin medida de la cruel reina, tuvo que marcharse lejos. Emigró, pero no le importó mucho alejarse del reino, era republicana y también un poco aventurera. Vivió felizmente en una casita en el bosque durante años. Allí no había wifi y vivía con sus 7 acompañantes exiliados. Plantaban tomates y tenían 12 gallinas, se arremangaba todas las mañanas y su piel se fue haciendo morena sin necesidad de sesiones de rayos uva, ¡hasta le salieron callos en las manos y se le rompían las uñas!


No necesitaba a nadie que le dijera qué podía o debía hacer.

Se comía las manzanas que quería y nunca se quedó dormida.

Discutía y se abrazaba con sus compañeros de aventuras, eran familia, eran iguales.

Nadie tenía que salvarla.

Nadie tenía que protegerla.

Ella no era estúpida ni necesitaba tutela.

Tampoco un príncipe que le despertara.

Ella es independiente, ella elige, ella manda sobre ella.

Y colorín colorado, este cuento se ha transformado...