Todo
va tremendamente rápido.
Y eso a mi mente acostumbrada a cruzar el universo a la velocidad de la luz le
pone de los nervios.
Subido en el Halcón Milenario, me contraigo de pies y manos, me deshago en el
café y muero en el atardecer que se me escapa.
Tan sólo quería reducir algunas pulsaciones del "toc-toc" que emite
mi yugular.
Transformar el gélido aliento que queda en mis adentros en algo que tenga
varios colores cálidos.
Pintar contraste,
Calmar el desastre.
Escuchar la nada.
Que se abra el cielo.
Que me reviente el alma.
Hacer de la soledad mi templo.
Tan sólo quería ser y estar,
ver la vida a lo lejos
sin que me atropelle el tiempo.
Aquí mandan las letras. Sublevadas e irreverentes todas ellas, han tomado el control. Cuando se mezclan hablan mis tripas, descansan mis temblores y se desgañitan mis contradicciones. Se desnudarán sin censuras, tronarán sus pulsaciones y oscilarán sus biorritmos cambiantes. Ahí están… Agárrate que vienen poniendo las íes sobre los puntos.
12 febrero 2022
Calmar el desastre
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