28 noviembre 2021

Crear un mundo

Nos fuimos juntos a vivir a Ciudad Jara y, allí, donde la gente comparte piso, nosotros compartimos vulnerabilidades.

Vendimos todos nuestros bienes en Wallapop para comprar lo único que nos faltaba en la vida, un tobogán.

Mientras tanto, Suu nos canta acompañada de su guitarra, nosotros nos tomamos una birra y debatimos sobre lo que vamos a ser de mayores, lo que no está a nuestro alcance, el universo, las estrellas, lo que nos conmueve y nos duele, las pasiones y debilidades que nos atraviesan la tripa. Y en medio de tanta magia, unas papas, unas olivas y un rayo de sol interrumpiendo entre los dos.

Las conversaciones interminables contigo se han hecho tremendamente cortas. Y la sensación de querer aprovecharlas a contrarreloj me pone muy nervioso. Mientras tanto, arriba, las conexiones de mi cerebro me sacuden con sus chispazos repentinos.

Terapia gratis.

Y tú, diagnosticando mis síndromes.

Inventarnos un lenguaje a base de gruñiditos y sonidos de Neandertales.

Empujarnos a vivir un ratito aislados, en cualquier lugar donde haya tierra, árboles, cielos limpios, silencio y amaneceres que quiten el hipo.

Me caes un poco bien.

Te paso un podcast.
Mira, mi lista de valores.
¿Sabías que temporalmente el Tiranosaurio está más cerca de nosotros que del Estegosaurio?
Un capítulo de Sex Education.
"Hacer un Otis".

Crear un mundo.

Querernos un poquito.

Aprender a querer bien.

13 noviembre 2021

Herido de muerte y sin morfina


No dormir nunca más.

Abrir los ojos como Malcolm McDowell en la Naranja Mecánica,
y no querer ver más la tierra quemada en que se ha convertido el mundo.

Romperse una mano contra la pared, esperando que deje de doler por dentro.

Cuando se esfuma la curiosidad,
la revolución se niega a propagarse,
el aliento se entrecorta entre intentos de alzar la vista un poquito más allá.
La distancia es insalvable para seres tan pequeños.
Se expande el humo entre las grietas de castillos en ruinas.

La esperanza tiene las patas muy cortas
y a los sueños narcotizados que aguardan su momento se les acaba la paciencia.
Las mariposas se arremolinan intentando huír por el esófago. Cualquier lugar es mejor que un cementerio de elefantes moribundos.

Llorar será un buen plan.
Tan solo existía una oportunidad de provocar la chispa que todo lo encendiera.
Pero tenía tan apagado el alma,
que no era capaz de ponerse en marcha ni con pilas de antifaz, ni maquillaje de sonrisa.

Herido de muerte y sin morfina.