24 octubre 2020

Poesía es avivar la llama

A veces, la vida te empuja. Y no, no hay que aferrarse a lo que sea para no caer, no. Probablemente debes saltar.

Dejarse llevar por las señales luminiscentes que nos indican la salida, y no empeñarse en atravesar una pared, con la cabeza, siempre, por delante.

Yo, que en algún momento aprendí que pensar, pensar y pensar era más sensato que actuar.
Yo, que fui un ultra de la responsabilidad e hice de la indecisión una forma de colisionar conmigo mismo.
Yo, que soy capaz de saberme invencible y, a la vez, no atreverme a investigar la oscuridad que albergo tras mi piel escamosa.

Es una larga historia, de un valeroso guerrero trepando desnudo la muralla de un castillo infranqueable. Y yo, soy ambos, el guerrero y la muralla del castillo imposible de conquistar. La dualidad y contradicción nos invade. ¿Quién queremos ser?

Quise salir de Matrix. Y tras violar con brutalidad mis creencias obsoletas, me convertí en poeta. Y no hablo de escribir, no. La poesía no es escribir. Es sentir, expresar, soñar, imaginar. La poesía es aprender a vivir el mundo que te intentaron arrebatar. Es avivar la llama.

Estos son los versos que me escribo. Los que me harán saltar por los aires, para no volver a encerrar el fuego en el que deseo arder.

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