09 enero 2020

Mis triángulos


Estamos formados por tres triángulos. Los tres son iguales y, a la vez, necesariamente distintos.

Uno de los triángulos representa nuestra cara guay, la que más nos gusta enseñar, la que creemos que más se adapta al entorno, al mundo y a lo que querríamos ser. Suele ser nuestro triángulo preferido, el más potenciado y más cuidado. Nuestra cara A del cassette.

Otro de los triángulos es un triángulo olvidado, el que representa lo negativo, lo que no nos gusta de nosotros mismos, el que más intentamos confrontar. Sería nuestro lado oculto de la luna, el que tratamos de no mostrar, como si no existiera. Nuestros miedos, monstruos y vergüenzas habitan dentro de los tres lados de este triángulo.

Por último, en el tercer triángulo, destapamos nuestro lado desconocido, lo que no sabemos que somos todavía, lo que seremos en un futuro o lo que estamos descubriendo de nosotros mismos. Vivimos en constante cambio, cada día somos una persona distinta. Aquí participan nuestras experiencias, nuestra ilusión por cambiar, la conversión hacia actitudes o formas de ser diferentes a las que somos hoy en día. Este triángulo es apasionante, ya que es el más indescifrable, es el triángulo que puede convertirse en cualquier cosa. Es el descubrimiento de este triángulo una experiencia vital en sí misma.

Somos los tres triángulos, siendo necesarios para formar un cuarto, nosotros, un conjunto de los tres. Todos los triángulos son muy distintos, pero son la misma persona, por ello tienen tres lados y representan diferentes estados de la misma forma. Los tres triángulos son necesarios y en la aceptación de los tres, la asimilación de cada uno de ellos y en dejarlos ser, se encuentra el inicio de la aceptación de nosotros mismos, del equilibrio como personas que nos da ser conscientes de nuestros tres triángulos, con sus particularidades, ventajas e inconvenientes

¿Y tú, qué trato le das a tus triángulos?

No hay comentarios:

Publicar un comentario