Las cosas que pude hacer

Abrazarte.
Respirarte el cuello hasta acabar con tu olor.
Entrar en tus ojos negros de una forma tan insolente que resulte imposible no dejarme pasar de nuevo.
Cogerte las manos y traspasarte toda la energía que me quedaba.
Volver a acunarte los miedos, besarlos, cuidarlos...

Todo eso sería lo que podría haber hecho, en lugar de largarme cargado de cobardía.

Se busca conexión

Trato de reconectar conmigo.

En ocasiones, la vida me pasa tan rápido, tan apisonadoramente intratable, que me da la sensación de no haberme encontrado en semanas. Es ahí donde me doy cuenta que urgen medidas excepcionales.

Buscarme desesperadamente.
Encontrarme tirado en ese descampao' pedregoso, sin nada. Un cementerio de rutina. Secuestrarme. Aunque, en un principio, pueda ser en contra de mi voluntad, no opongo demasiada resistencia. Y no lo entiendo muy bien, diría que, casi, no necesito ni entenderlo. Mi subconsciente, en ocasiones, más que hablar, grita.

Lo que tengo claro es que no quiero que en mi frente vuelva a dibujarse, en letras rojas, un "low battery" parpadeante.

Hasta que el miedo se nos pasa

Ilustración en: https://www.wattpad.com/323253955-monstruos-en-la-oscuridad-tienes-miedo

Al principio, todo es oscuro y sombrío, y cualquier crujido podría abocarnos a la mayor de las locuras. 
Al principio, cada racha de viento, cada golpe, cada paso, suponen un miedo incontrolable. También inconfesable para los puristas de la valentía.
Al principio, el miedo te consume y te anula, te atenaza con soberbia y sin compasión.
Al principio, los silencios te aniquilan y te maltratan, te amordazan. Te dan para pensar largo y tendido. Y a veces, tener tiempo para pensar es lo más terrorífico que pueda existir.
Al principio, todo es un taparse con la sábana hasta arriba y hacerse el muerto.

Pero eso es solamente al principio. Después, cuando te acostumbras, asomas la cabeza, y hasta los monstruos más temibles, venidos del inframundo, acaban acariciándote la frente y, mientras exhiben media sonrisa, te susurran al oído: "tranqui, no pasa nada, ya puedes salir del agujero".

 

Mis triángulos

Estamos formados por tres triángulos. Los tres son iguales y, a la vez, necesariamente distintos.

Uno de los triángulos representa nuestra cara guay, la que más nos gusta enseñar, la que creemos que más se adapta al entorno, al mundo y a lo que querríamos ser. Suele ser nuestro triángulo preferido, el más potenciado y más cuidado. Nuestra cara A del cassette.

Otro de los triángulos es un triángulo olvidado, el que representa lo negativo, lo que no nos gusta de nosotros mismos, el que más intentamos confrontar. Sería nuestro lado oculto de la luna, el que tratamos de no mostrar, como si no existiera. Nuestros miedos, monstruos y vergüenzas habitan dentro de los tres lados de este triángulo.

Por último, en el tercer triángulo, destapamos nuestro lado desconocido, lo que no sabemos que somos todavía, lo que seremos en un futuro o lo que estamos descubriendo de nosotros mismos. Vivimos en constante cambio, cada día somos una persona distinta. Aquí participan nuestras experiencias, nuestra ilusión por cambiar, la conversión hacia actitudes o formas de ser diferentes a las que somos hoy en día. Este triángulo es apasionante, ya que es el más indescifrable, es el triángulo que puede convertirse en cualquier cosa. Es el descubrimiento de este triángulo una experiencia vital en sí misma.

Somos los tres triángulos, siendo necesarios para formar un cuarto, nosotros, un conjunto de los tres. Todos los triángulos son muy distintos, pero son la misma persona, por ello tienen tres lados y representan diferentes estados de la misma forma. Los tres triángulos son necesarios y en la aceptación de los tres, la asimilación de cada uno de ellos y en dejarlos ser, se encuentra el inicio de la aceptación de nosotros mismos, del equilibrio como personas que nos da ser conscientes de nuestros tres triángulos, con sus particularidades, ventajas e inconvenientes

¿Y tú, qué trato le das a tus triángulos?