01 mayo 2017

Ayer hizo bien su revolución

Removiendo y empezando de nuevo,
resetea y vuelve a nacer,
apunta las victorias en el papel,
sumando cada palito en la casilla de vencer.

Cabalga a caballo ganador,
relincha y se arremanga con cada revolcón,
afila los cuchillos, y también las zarpas,
antes de subirse al vagón de cualquier tren,
en cualquier estación.
Ayer hizo bien su revolución.

Se lleva grabados en la piel todos los golpes,
se cuida más que antes,
se quiere más que nunca,
dejó de golpear la pared con la frente,
ya no se entretiene viendo su sangre derramada por las aceras de la calle.

Reinventarse o morir.
Ahora es un poco más malo,
ahora ya no siente ni las cosquillas en los costados,
ahora tiene la bandera pirata en lo más alto 
y cuando se queda patas arriba se revuelve enrabietado.
Ayer hizo bien su revolución.

Dejó lo que sobraba a un lado,
cogió solo un montón de ganas y una caja llena de valentía,
se vestía de sábado noche todos los días,
y todos los días se sentía libre y osado.
Ya no protestaba sus mentiras,
ni corregía a sus demoníacas contradicciones.

Ya no perdía el optimismo
y declaraba intransferible a su maltrecha sonrisa.
Ahora confía a ciegas en sus posibilidades,
y a ciegas viaja por la vida,
andando a tientas,
en ocasiones corriendo,
pero sin ningún cuidado y sin rastro de miedo.

Ayer hizo bien su revolución.



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