Removiendo
y empezando de nuevo,
resetea
y vuelve a nacer,
apunta las
victorias en el papel,
sumando
cada palito en la casilla de vencer.
Cabalga
a caballo ganador,
relincha
y se arremanga con cada revolcón,
afila
los cuchillos, y también las zarpas,
antes
de subirse al vagón de cualquier tren,
en cualquier
estación.
Ayer
hizo bien su revolución.
Se
lleva grabados en la piel todos los golpes,
se
cuida más que antes,
se
quiere más que nunca,
dejó de
golpear la pared con la frente,
ya no
se entretiene viendo su sangre derramada por las aceras de la calle.
Reinventarse
o morir.
Ahora
es un poco más malo,
ahora
ya no siente ni las cosquillas en los costados,
ahora
tiene la bandera pirata en lo más alto
y cuando se queda patas arriba se revuelve enrabietado.
y cuando se queda patas arriba se revuelve enrabietado.
Ayer
hizo bien su revolución.
Dejó lo
que sobraba a un lado,
cogió
solo un montón de ganas y una caja llena de valentía,
se
vestía de sábado noche todos los días,
y todos
los días se sentía libre y osado.
Ya no
protestaba sus mentiras,
ni
corregía a sus demoníacas contradicciones.
Ya no
perdía el optimismo
y
declaraba intransferible a su maltrecha sonrisa.
Ahora
confía a ciegas en sus posibilidades,
y a
ciegas viaja por la vida,
andando
a tientas,
en
ocasiones corriendo,
pero
sin ningún cuidado y sin rastro de miedo.
Ayer
hizo bien su revolución.
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