18 octubre 2017

Yo contra mí



Me hago el dormido para pasar desapercibido,
para relajar el cuello y no levantar cabeza,
para que entre la muchedumbre no quepa ninguna sospecha.
Estoy solo y aun así me sobra todo el mundo.

Busco parapeto donde permanecer escondido,
donde malgastar mi tiempo derramando tinta con olor a carne cruda. 

Busco un lugar apartado para no llamar la atención de nadie.  
Busco mi propia cruzada,
mi encrucijada resbaladiza,
la última pelea encarnizada en mi batalla sin cuartel.         

Ansiosamente busco en los bolsillos de la rutina,
en mi cortina de humo favorita,
la que levanta ese polvillo negruzco
que machaca mis castigados pulmones llenos de contradicción facilona.

Busco a la desesperada en los versos más odiados,
los que únicamente consiguen rimar los monstruos más temibles,
mis preferidos.

Trato de encontrar el lápiz que dejé preparado para una ocasión especial,
con el que sacarme un ojo
para suceder al rey tuerto en el país de los ciegos.
Busco a gritos al silencio sepulcral,
al dueño del entuerto.
Busco la tranquilidad de poder sentirme unos minutos como un muerto,
y al rato volver a la puta realidad,
sin castigarme demasiado.  

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