22 octubre 2017

En carne viva




Volvería una y otra vez a despeinar tu universo, a jugarme la vida en cada una de las causas perdidas.
Trato de llevar a cabo un suicidio de piruletas coloridas.
Aunque me rompa en dos en cada despedida, aunque tenga el pecho abierto y carcomido.
Espero impaciente que algún día salga la luna, acostumbrada ella a perder las bragas en las noches roídas.
Me tomo a broma los cambios de ciclo obligatorios, los que nadie te pregunta y te hacen morder el polvo.
Volveré a izar la bandera de los valientes insensatos, y me haré daño, me volveré a hacer daño.
No, no me apetece cerrar las ventanas y las persianas.
Yo, que le pillé el gustillo a eso de estar entre la espada y la pared, a cortar las flores con un machete, a pillarme los dedos en todas las puertas, a cercenar mis ilusiones con la facilidad con que me dejo caer y me creo mis mentiras.
Yo, a mí, que me van solos los pies y luego me pica el alma, que antepongo vivir soñando a dormir, que tengo el arte de destruirme por dentro como si nada pasase por fuera.
No me guardo las miradas, ni la boca con la que robo los besos. Quizás arrastro el corazón más de la cuenta, pero no me importa una mierda.
No me importa una mierda porque siento, y la vida consiste en eso, aunque sientas en carne viva.