No tengan
temor
mis queridos aliados de vida.
Acumulen madera y las armas que me representaron.
Echen mi cuerpo en esa pira.
El ritual funerario está preparado para mi ansiada venida.
No hay miedo ni culpa.
Este cuerpo no me representa.
No es mío.
Donación de la naturaleza.
Vuelve al lugar de donde vino.
Creación divina.
Difuminación abstracta de lo físico.
Arde y permite la entrega total de los poderes.
Sin llamaradas de gritos.
Pues no hay muerte.
La vida tan solo es una recreación ficticia de las fronteras conocidas.
Sin tapias atrapantes de oscuridad.
La sangre se convertirá en tinta,
los huesos en piedras
y las lágrimas en río.
Sin el canto triste de los ojos.
Pues mi cuerpo
no existe.
Y en tal caso,
no es mío.