09 junio 2019

Guerra de guerrillas



Me gusta pensar
que una poesía
es una guerra
 de guerrillas.

Las letras
atacan y se esconden,
se curan,
velan armas
y al día siguiente
vuelven a la batalla.

Me gusta pensar
que los versos
son escuadrones de combate,
formados por las mejores palabras,
las más valerosas,
las que se compenetran entre sí,
para que la emboscada sea perfecta.

Me gusta pensar
que el orden de todas ellas
responde a algún plan
perfectamente trazado.
Algo pensado y repensado.
Largas noches en vela,
con mapa,
cigarros en boca
y profundos silencios.

Me gusta pensar
que esos planes no suelen salir bien.
Que sabrán improvisar,
reorganizarse,
o simplemente saldrán airosas
del más absoluto de los desastres.

Me gusta pensar que fallan,
que vencen,
que se rompen los huesos,
que lloran,
que echan de menos,
que mueren.

Me gusta pensar
que tenían sueños por cumplir
al acabar la guerra.
Que su revolución
estaba fuera del poema.

Me gusta dar vida a las letras,
hacerles creer que volverán a casa
cuando acaben de disparar.

Pero ellas no saben
que siempre habrá un poema
donde hacer la guerra.

Y yo las necesito
cubriéndome las espaldas.

06 junio 2019

De par en par



Sí, tengo un problema de exteriorización.
De sentimientos,
de miedos,
de traumas,
de confianza (o desconfianza)
en mí mismo.

Me suelo decir que interiorizo mis preocupaciones de puta madre.
En mi estómago encogido,
en las cuatro paredes de mi habitación
gobernadas por el insomnio,
en mi mente ultra revolucionada
y dentro de las libretas.

Todo se aprende,
todo se practica,
todo se entrena.

Abrir las tapas de la libreta es muestra de ello.

Es casi como abrir las puertas del alma.

Y no, no se cae el cielo.